Embarazo y Nacimiento

Más allá del conocimiento científico que hoy poseemos a nivel médico y biológico, hay aspectos sutiles respecto de cómo los seres humanos venimos al mundo que han sido descubiertos por los yoguis hace miles de años.

Estas enseñanzas contemplan al embarazo y al nacimiento desde una perspectiva más amplia y hacen hincapié en la importancia del estado de conciencia de los padres de un futuro ser, incluso desde antes del momento de su concepción. La ciencia yóguica explicita una serie de consejos para la pareja, como mantener una dieta específica y meditar juntos cuarenta días antes de la unión sexual.




En yoga la mujer es llamada Adi Shakti, que significa fuerza o energía primordial. La madre es el vehículo por el cual todos venimos a la Tierra y solo la mujer tiene la gran bendición de poder experimentar el proceso de la creación en su propio cuerpo. Del estado de conciencia de la madre al momento de la concepción, dependerá el calibre del alma que encarnará en su útero, hecho que sucederá el día 120 luego de la gestación.


Al principio, como una semilla que comienza a germinar, el embrión inicia su desarrollo dentro de la mamá y tiene una comunicación sutil con el alma que lo habitará luego, pero no es hasta el día 120 que ésta encarna en el feto y empieza a recibir la influencia directa del estado mental de la madre, sus percepciones y sentimientos. Desde este instante y hasta el momento del nacimiento la madre tiene un poder muy grande, ésta es la única circunstancia en la una persona puede influir directamente sobre (el karma de) otra y es a través de la meditación, la transformación personal y el consecuente cambio en los patrones y hábitos mentales de la madre, que ella puede borrar impresiones kármicas del cuerpo sutil del niño durante el embarazo.


La meditación de la madre y un resultante cambio en su frecuencia vibratoria, podrían dar como resultado incluso que un alma más elevada entre en su cuerpo en vez de otra que haya estado preparada para encarnar a través de ella. Por todo esto, es una tradición yóguica celebrar junto con la comunidad el día 120 del embarazo con una reunión en la que la mujer recibe regalos y las bendiciones de todos sus seres queridos.


Al nacer, cuando se corta el cordón umbilical y se produce la separación física del niño y su madre, también comienza la separación a nivel sutil, áurico y tanto a ella como al niño les llevará aproximadamente tres años reconstruir auras (campos electromagnéticos) independientes. Según la costumbre yóguica, con el alumbramiento se da inicio a un período de cuarenta días en los que solo los padres (y los hermanos en caso de tenerlos) comparten la intimidad con el recién nacido. Estos primeros días son de lo más importante para la mamá y el niño, ella necesita regenerarse, descansar y poner toda su atención y energía en el bebé, que no debe separarse por más de tres metros de su madre, el alcance aproximado de su aura protectora que le brinda un sentimiento de seguridad y contención.


El recién nacido es muy sutil y su conciencia oscila entre estar presente en este mundo finito y el infinito desde donde viene, a partir del nacimiento comienza a generarse la ilusión de la separación de la Fuente, de la Unidad, del Todo, proceso necesario que más adelante en la vida habrá que revertir. En este momento de anclaje del niño, cada persona, su aura y su energía tienen un fuerte impacto y por eso es importante mantenerlo resguardado de una exposición excesiva a ambientes o personas que no sean los suyos.

Yogui Bhajan dijo que la verdadera revolución femenina es una mujer embarazada meditando. Como mujeres en los albores de la Era de Acuario y como iniciadoras de otros seres en el mundo tenemos un gran privilegio y una gran responsabilidad, la posibilidad de hacer nacer una nueva tierra de seres humanos reales y verdaderos.

Que hombres y mujeres en consciencia podamos forjar con AMOR la Nueva Era. Sat Nam.

Gurushabad K.

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